lunes, 3 de septiembre de 2012

EL MOMENTO DE CONSOLIDAR JURÍDICAMENTE EL CAMBIO [1]

Hoy sabemos, por lo que pasó en Paraguay, antes en Colombia y más recientemente en Bolivia que el capital financiero internacional no se detiene y que los personeros del liberalismo interno aliados al mismo, con la ayuda de mucha prensa adicta, están siempre dispuestos a generar escenarios de cataclismos económicos y de inseguridad, y falseando la realidad se manejan con la ‘sensación térmica’ provocando debates minúsculos que no conducen más que a generar miedo y desánimo para ‘convencernos’ de la necesidad del retroceso. Pero, hay debates que nos corresponden a nosotros, a la mayoría del pueblo, que somos conscientes del avance formidable de estos últimos años en cuanta materia se analice y que fueron conquistados con la presencia voluntaria del pueblo movilizado que los entendió, reivindicó y los vio encarnados en el Gobierno nacional de Néstor Kirchner en adelante.- De allí que sea necesario consolidarlos en la legislación superior, es decir en la propia Constitución Nacional, para que todas las leyes dictadas que incorporaron ese cambio, no queden a merced de un Parlamento dócil, que mañana derogue todo para ‘insertarlo’ en el marco de la actual Constitución, so pretexto de preservar la institucionalidad, que siempre invocan los sectores liberales retardatarios para oponerse a los cambios que promueve el modelo nacional y popular. No se trata de imponer nada, sino de comenzar a pensar y discutir en foros con la presencia del pueblo (como se hizo con la Ley de Servicios audiovisuales) generando un agudo debate democrático y masivo, entremezclado con las nuevas y más perceptibles formas organizativas de representación que el pueblo se ha dado en los últimos años. Esos logros deben ser protegidos y para ello debemos analizar el decurso de la historia nacional y latinoamericana, y por eso -en la escala jurídica- el debate debe pasar por el texto constitucional donde se redefinan las relaciones entre el Estado y la sociedad, entre la república, el gobierno, la nación y el federalismo, entre la economía y la política, entre la producción y el consumo, entre los derechos particulares y los derechos sociales. Nuestra actual Constitución fue parida después de una larga y cruenta guerra intestina, hoy esa confrontación es mayor aún, pues la lucha es contra el capitalismo internacional que no perdona que nos estemos independizando de sus centros financieros mundiales como el F.M.I. y el Club de Paris y Cía., que quieren seguir teniéndonos atados a su política expoliadora y de dependencia; pero en la lucha hoy tenemos una gran ventaja a favor, somos parte de un bloque político y económico  muy poderoso (Mercosur, UNASUR y el Caribe) al que ya no nos pueden dictar sus recetas. El proceso hasta aquí ha constituido una barrera al liberalismo, desde la 125 en adelante, pero es necesario plasmar en la Ley de las leyes los cambios producidos en el estado, la inclusión de un nuevo concepto de propiedad, la instalación de formas de reconocimiento concreto de la diversidad cultural y lingüística, la propiedad nacional y estatal de los recursos naturales y de toda fuente de energía y la regulación armónica de su explotación con la protección del ambiente. Lo que está en juego es muy importante, no sólo se trata de una disputa de poder entre sectores políticos y sindicales, como se los presenta en los medios hegemónicos; sino que, lo que nos debemos, es instituir en un texto constitucional, la propia  raíz nacional y pertenencia latinoamericana, para que lo logrado no sea extirpado por los agentes de la repetición, ni conjurado por las fuerzas del conservadurismo argentino, omnipresente en esos multimedios desparramados por todo el territorio, y apoyados por sus agentes políticos insertados en el sistema, siempre dispuestos a alabar lo extranjero y consolidar la dependencia.-

[1] Ricardo Cheli- 09/08/12